En Terapia individual

Aprender a enfadarse

La rabia es una emoción que, en bajas dosis, es necesaria para poner límites y luchar contra injusticias. Por ello, es necesario aprender a enfadarse y permitirse actuar desde esta emoción.

 

“La rabia es como el picante. Una pizca te despeja pero en exceso te adormece”. De la serie Gambito de Dama.

 

Ira irracional o enfado racional?

Se puede diferenciar cuando sentimos una rabia sana de una rabia insana por nuestra forma actuar ante ella.

La emoción sana de enfado o molestia tiene como consecuencia realizar conductas constructivas, como expresar lo que nos ha ofendido y cómo nos ha hecho sentir y saber poner límites a la persona que nos ofende. En cambio, con la emoción insana de ira se llevan a cabo conductas disfuncionales, como atacar verbal o físicamente, vengarse o cortar toda posibilidad de comunicación.

 

Las consecuencias de la ira

A corto plazo, puede parecer que la ira es la única solución factible ante situaciones que percibimos como injustas, incómodas o frustrantes. En cambio, la ira, como emoción “explosiva”, tiene consecuencias indeseables a largo plazo:

  • Deteriora las relaciones interpersonales: los demás tienden a alejarse. Pero, si permanecen, lo hacen por temor y no por respeto.
  • Deteriora la salud mental: las exigencias de justicia y comodidad y los pensamientos de condena hacen que perdamos objetividad y capacidad empática y entramos en un bucle de pensamientos negativos y destructivos.
  • Deteriora la salud física: altos niveles de tensión física, presión arterial y aumento de pulsaciones fruto de la acción de la adrenalina altera el equilibrio natural del cuerpo. Por ejemplo, el sistema inmunológico.

 

Algunas claves para aprender a enfadarse

En lugar de agredir, atacar, oponerse de forma inflexible o vengarse desde la ira irracional, las claves para aprender a enfadarse racionalmente son:

  • Practicar la asertividad: expresar opiniones y deseos y reclamar derechos propios sin ansiedad excesiva y sin afectar a los derechos ajenos.
  • Expresar los sentimientos: expresar emociones desagradables, como el enfado, ayuda a liberar tensiones. De esta manera, no se acumula la presión que generan y que puede terminar explotando.
  • Aprender a negociar: evitar la rigidez de buscar únicamente el propio beneficio. En el punto medio de gano-ganas se renuncia a algún beneficio, pero se gana en flexibilidad y salud.
  • Pedir cambios de conducta: no juzgar a la persona, sino a su conducta. Así, se da un margen para que se puedan corregir comportamientos.
  • Poner límites sanos: sin exigir a los demás que se comporten como uno quiere. De esta forma, se puede medir si ha habido algún progreso siendo flexible y aceptando que no somos perfectos. Puedes aprender sobre los límites leyendo este post.

 

Ana