En Terapia de pareja, Terapia individual

Debido al confinamiento he seguido con mi tarea cotidiana de atender a los pacientes, pero desde casa, telemáticamente. Los primeros días de confinamiento noté, en muchos pacientes, una cierta mejora.

En un primer momento, no os voy a engañar, me sorprendió, pero enseguida vi la relación entre los que mejoraban y la situación. Habrían tres grupos:

– Personas con trastorno depresivo. Una de las características de este trastorno es que la persona está muy egocentrada en el propio sufrimiento. La situación externa, tan convulsa, los obliga a abandonar este centrado y mirar hacia fuera, y al mismo tiempo, supone una ruptura de la rutina, lo bastante importante como para abandonar, quizás temporalmente, aquellos pensamientos saboteadores que los arrastraban a la depresión.

– Personas con fobias diversas que requieren un tratamiento basado en el enfrentamiento de aquella situación que temen. De repente éste se hacía imposible, lo que les proporcionaba una sensación de calma. Pensemos que el momento de máxima angustia, en las fobias, es el momento justo antes de afrontarlas, cuando ya has tomado la decisión que lo harás, pero aún no lo has hecho. Algunos en casa se sienten protegidos y lejos de aquellos miedos que provienen del exterior, como es el caso de los que padecen fobia social.

– Personas con un perfil perfeccionista y exigente, que viven la situación como impuesta desde fuera y por lo tanto se sienten liberados de cualquier responsabilidad (más que la de estar en casa). En consecuencia sus niveles de estrés y de angustia han bajado considerablemente.

Por el contrario, también es cierto, que los que yo he visto que lo llevan peor son los jóvenes. Tal vez sus niveles de tolerancia a la frustración son más bajos. Y ciertamente, la situación es frustrante. Cuando se anunció que el estado de alarma se alargaba fue un desbarajuste … Aunque era previsible.

De las personas con hipocondría no os puedo decir nada. No sé cómo les ha afectado el confinamiento porque, ciertamente, todos me han dicho que estaban enfermos y ha sido imposible, de momento, hacer la sesión telefónica o por Skipe.

Pasados ​​unos días del confinamiento, comienzan a aparecer sentimientos contrapuestos. Tendremos que ir viendo hacia dónde van las emociones. Hay quien se aburre, quien sufre muchísimo por lo que está pasando, que me comenta que tiene miedo a la policía, y muchos angustiados por la situación laboral que se encontrarán cuando pase el confinamiento.

Hablando con mis compañeras del equipo, nuestras previsiones son que una vez acabado el confinamiento nos encontraremos con personas con TEP (trastorno por estrés postreumàtic), duelos patológicos (de todas aquellas personas que, desgraciadamente, habrán perdido un familiar sin poder despedirse), crisis de pareja, un aumento de violencia de género, tal vez abusos de drogas y alcohol, y probablemente un aumento de personas con estrés, depresión y angustia por la situación laboral post confinamiento.

A pesar de todo el anterior, yo no dejo de pensar, que ante las situaciones excepcionalmente duras también habrá potentes aprendizajes. Por eso, creo, que de esta situación tan extraña y dolorosa para una sociedad, saldremos psicológicamente perjudicados pero a la vez con una fortaleza y capacidad de adaptación mejorada. Una cosa no quita la otra. Son contradicciones que conviven.

 

Marta Santaeulària

8.318