En Terapia individual

Me gustaría empezar definiendo el concepto de pensamiento mágico. Éste consiste en atribuir una consecuencia a un suceso determinado sin que exista una causa-efecto entre ambos. Esto también es lo que conocemos con el nombre de superstición y/o creencias populares. Como ejemplo, podemos pensar en la creencia que tienen muchas personas de que el número 13 puede dar mala suerte. Por lo tanto, hay una fuerte fusión entre pensamiento y acción: si pienso en el número 13 me ocurrirán cosas malas. Estas creencias ocurren más en niños y en sociedades primitivas las cuales trataban de explicar lo que no podían entender a través de ritos o costumbres que les hacían pensar tenían algún control sobre los acontecimientos.

El pensamiento mágico ocurre muy frecuentemente en ludopatía, donde un jugador es capaz de creer que ciertos efectos pueden ocurrir sin una base firme que lo sustente. Por ejemplo, en el caso en el que un jugador piensa que después de tres tiradas malas vendrá una nueva o un jugador a punto de esperar el “golpe de suerte”. Pero más a nuestro interés me gustaría comentar la relación que tiene este pensamiento mágico con el trastorno que estamos viendo actualmente, el trastorno obsesivo compulsivo.

El pensamiento mágico en el trastorno obsesivo compulsivo conlleva repetir acciones (también llamados rituales) para que no ocurran las consecuencias temidas. La valoración de dicho pensamiento es difícil de cambiar ya que la convicción de los pacientes suele ser muy alta y se creen responsables de evitar que las catástrofes que temen se cumplan. Los pacientes que se relacionan con este tipo de pensamiento suelen rechazar las técnicas conductuales que se diseñan para reconsiderar estas creencias. Ni los experimentos conductuales ni la exposición suelen ser técnicas muy aceptados por este tipo de pacientes. Aunque se suelen dar varias alternativas para cambiar este tipo de creencias, opino que sería muy interesante poder profundizar más en la utilidad de las técnicas para manejar el pensamiento mágico en pacientes con trastorno obsesivo compulsivo.

A nivel de reflexión personal, me gustaría comentar una duda que se me plantea en esta cuestión: ¿podría tener alguna cualidad positiva tener este tipo de creencias? Tal vez, puede ser conveniente ampliar nuestra perspectiva y no negativizar este concepto. Evidentemente, cuando estas creencias crean ansiedad es bueno intervenir para cambiarlas y trabajar sobre ellas, pero tal vez, y pensando más en las sociedades primitivas, este concepto puede tener una función positiva. Dejando de lado las probabilidades de que las consecuencias ocurran y pensando en consecuencias positivas, este tipo de pensamiento fomenta algo que me parece muy importante: la esperanza y el poder del pensamiento positivo.

 

Miriam Puig Claramunt

Psicóloga General Sanitaria

NºCol. 23417