En Terapia infanto - juvenil

A menudo vienen padres a consulta a traerme a su hijo o hija que está en secundaria. Ven que no es ni responsable ni autónomo en muchos aspectos. Vienen preocupados y frustrados porque ya no saben qué hacer. Vienen cansados ​​de gritar, amenazar y de que el hogar, lejos de ser un lugar tranquilo donde descansar, es un infierno de tensión, discusiones y persecuciones.

En el post de hoy me gustaría dar unos consejos para intentar prevenir este problema. Para que nuestra hija o hijo crezca con buenos hábitos, responsabilidad y autonomía.

Antes de las hijas e hijos

Quizás es muy obvio, pero pienso que el primer paso es que los padres sean responsables. Es decir, que tengan ya alcanzados los retos y esfuerzos que deberán afrontar para llevar adelante la familia, cuidando aspectos como, por ejemplo, los horarios y las normas de convivencia. Puede parecer muy evidente pero hay personas con hijos o hijas que no han alcanzado estas actitudes. O bien lo lleva todo el otro miembro de la pareja (a menudo la madre, por una cuestión de desigualdad de género que aún tenemos que pulir en nuestra sociedad), o bien ninguno de los dos, el hogar se convierte en caótico y los problemas vienen de todas partes.

Primeros años (0-3 años)

Desde los primeros años es importante hacer un esfuerzo en poder cumplir unos horarios y unas rutinas que respeten las necesidades del bebé en sueño y alimentación.

En cuanto al sueño, tendremos que intentar tener una rutina que permita al bebé ir paulatinamente distinguiendo entre día y noche.

Si se despierta por las noches trataremos de no encender luces, no «charlar» con el bebé, no jugar ni poner música, etc. Mientras que durante el día trataremos de que haya actividad, relaciones sociales, juegos, etc.

Es útil, antes de ponerlo a dormir por la noche, hacer un ritual que lo haga anticipar que es la hora de ir a dormir: un baño, una nana… y luego, salir de la habitación. Cuando el bebé llora se le debe atender pero procurando dejar cada vez más tiempo para que se acostumbre a ir durmiendo solo.

En cuanto a límites, alrededor del segundo y tercer año se marcará que cuiden de sus cosas y colaboren en el orden de sus juguetes. Se deben dar órdenes o poner normas que no sean excesivos en cantidad y que se den de manera muy sencilla y concisa, así como poner alguna consecuencia cuando no se cumplan. Las consecuencias deberán ser proporcionales a la edad (retirarle un juguete, por ejemplo). También deberán ser consistentes, siempre después de la falta y aplicar siempre o casi siempre detrás de esta falta.

NO ES ACONSEJABLE: hoy esta conducta la sanciono y mañana no. Hoy sanciono poco y mañana mucho. Hoy sólo amenazo pero no lo cumplo, o pongo la sanción horas y días después de la falta.

Primera infancia (3-6 años)

Es hora de empezar a introducirnos en el mundo de las emociones. Es útil que tanto los padres como los hijos o hijas sepamos cómo se gestionan las emociones, para qué sirven y cómo reaccionar ante ellas. NO SON ACONSEJABLES los extremos ni de censurar (quitando importancia y significado a la emoción), ni dramatizarla (dándole un significado siempre negativo y de preocupación). Las emociones, deben normalizarse, darles el significado que tienen y gestionarlas con cordura.

Durante esta etapa seguimos con los horarios y los hacemos respetar. Se debe entender que a esta edad es normal cierto punto de rebeldía y de que muestren mucha frustración cuando algo no lo quieren hacer o les toca dejar de jugar. Se puede respetar que se le tengan que repetir las órdenes y normas más de una y dos veces. Sin embargo, se debe poner un límite de veces y unas consecuencias ante el incumplimiento. No es recomendable imponerlo con gritos ni sermones.

Durante las noches se les puede ayudar a calmarse cuando tienen pesadillas o miedos pero no perdiendo de vista que deben aprender a volver a dormirse solos.

Durante las comidas se procurará que duren siempre un tiempo similar. Que la niña o el niño respeten que durante las comidas, prioritariamente se come. Todo lo que haga que pierdan de vista este objetivo o que los enlentezca, se deberá retirar (tele, juguetes, etc.) y evidentemente se impondrá el límite de comer sentado y seguido, no levantándose constantemente.

En cuanto a los hábitos de higiene, deben ser constantes para que se automaticen. Al principio pueden generar frustración pero con el tiempo se acostumbrarán. Por eso es importante que sea consistente el hábito y sancionar los incumplimientos. Poco a poco se deberá procurar que cada vez sean más autónomos y disfruten de hacer las cosas solos. Hay que intentar NO AYUDARLES DE MÁS.

En cuanto a las tareas de casa, hay que empezar por lo básico como ordenar sus juguetes y seguir con el cuidado de las zonas comunes (poner los platos en el fregadero o la ropa sucia en la cesta). Al principio se les acompaña y se les ayuda para que lo automaticen y lo hagan solos.

En cuestión de límites y normas, hay que mirar de que no sean excesivas. Hay que empezar por las más importantes: respeto (no gritos, no malas palabras, no pegar…), cuidado de las cosas de casa, obediencia y cumplimiento de hábitos. Sólo cuando lo básico esté alcanzado se pueden añadir las normas y límites que se crean convenientes en función de los valores de la familia y siempre con la misma dinámica de consistencia en la norma y en la sanción.

Primaria (6-12 años)

Continuamos con hábitos, rutinas, buena gestión de emociones y añadimos el hábito de hacer deberes y estudiar, el control de las tecnologías y ampliamos las responsabilidades en cuanto a tareas de casa.

Respecto al hábito de hacer deberes y estudiar, se deberá controlar al principio si se apuntan las tareas en la agenda y si van cumpliendo objetivos. Si la niña o niño alcanza un buen rendimiento académico se deja que él o ella establezca su rutina en este aspecto. Si encontramos dificultades tendremos que implantar un hábito obligatorio. X tiempo al día será dedicado a hacer deberes y se tratará de supervisar el rendimiento al principio hasta que vaya cogiendo autonomía.

En cuanto a las tecnologías, se deberá limitar el tiempo entre semana en función de la interferencia que suponga en el resto de hábitos. Si se puede compaginar, no será necesario limitar tanto pero si afecta, se puede llegar a prohibir las tecnologías entre semana.

En cuanto a las tareas domésticas, se le irá exigiendo cada curso un poco más hasta que lo tengan aceptado y automatizado.

Así es como llegarán a la secundaria con mucho trabajo hecho y logrado en cuanto a responsabilidades y autonomía.

Patricia Vílchez Las Heras

Psicóloga Sanitaria Infanto-Juvenil

Colegiada 21639