¿Has sufrido angustia en algún momento (o muchos) de tu vida?
La angustia se puede manifestar de forma más física o más cognitiva. Los síntomas físicos pueden ser muy variados: palpitaciones, dificultad para tragar, opresión en el pecho, problemas gastrointestinales, nudo a la garganta, tensión muscular, etc. El síntomas cognitivos son el bloqueo, dificultad para pensar con claridad, sensación de despersonalización, entre los más comunes. Tanto desagradables son unos como otros, y a menudo, observamos que aparecen combinados.
La angustia es por definición un miedo irracional, si esta es generalizada, sin especificidad, decimos ansiedad generalizada. Cuando se focaliza hacia una situación, objeto o ser en concreto, decimos fobia, y cuando se manifiesta de forma repentina e intensa por un espacio breve de tiempo decimos crisis de angustia.
Algunos filósofos han usado expresiones como «tedio», «abismo»,… Para referirse a estas desagradables sensaciones.
¿Y qué hacemos los humanos cuando alguna experiencia se nos hace «terriblemente» desagradable?
Pues huir. Estas fugas pueden ser de todos los colores. Tomarse un ansiolítico sería la fuga más médica. Recurrir al alcohol o a otras drogas ilegales, así como, realizar conductas de alto poder adictivo, la fuga más peligrosa. Soportar sacrificadamente estas sensaciones, con una lucha interna sería la fuga estéril, que además, incluye el riesgo de arrosegar-noes en una depresión ante la sensación de impotencia y fracaso de esta fuga.
Por lo tanto, mi recomendación es que dejamos de huir de la ansiedad.
Podemos mirarla de cara, ver de qué pensamientos pruebo, a menudo exigencias y catastrofismos, y trabajar estos pensamientos tal como proponen las terapias cognitivas-conductuales.
La otra propuesta, es ni siquiera mirarle la cara, simplemente aceptarla, como proponen más las terapias de última generación. La aceptación es difícil de explicar, y quizás más de aplicar. Cómo podemos aceptar una cosa que nos provoca sufrimiento? Tal como hemos dicho, la primera respuesta que tiene el ser humano ante esto es evitar, huir. Por eso es importante explicar, que si aceptas la angustia, en el momento que lo aceptas de verdad, desaparece. Y aceptarla de verdad quiere decir entender que es la «tuya angustia», que son tus neurotransmisores que provocan todas estas sensaciones. Tenerle un aprecio, como normalmente tenemos a las cosas que nos pertenecen. Aceptar de verdad, quiere decir saber que es natural, que no es peligrosa, que la puedo soportar, que incluso puedo esperarla, animarla que venga y darle la bienvenida, justo en este momento se desvanecerá.