Siguiendo con el post de esta semana, que giraba entorno al miedo a la soledad, quisiera explicar en este escrito lo que he observado en varias personas, durante estos años de trabajo.
Es muy cierto que muchas personas se encuentran atrapadas en relaciones de pareja no satisfactorias, y este, es un motivo que a menudo los lleva a terapia.
Manifiestan ser infelices en la relación, sentirse atrapados, aburridos, no satisfechos, cansados. A veces este malestar se traduce en un continuo de discusiones de más alto nivel, otros en una especie de chantaje emocional mutuo, en otros casos son pequeños pero constantes conflictos, malentendidos, desencanto, etc.
Una de las preguntas que hago a menudo es porque siguen con esta pareja, y a menudo la respuesta es porque me gusta, la quiero, porque cuando estamos bien estamos muy bien ….
Otra pregunta que suelo hacer es que ha sentido si alguna vez han estado a punto de dejarlo, la respuesta es casi siempre la misma: Miedo. He sentido miedo.
Uno de los miedos que explica porque seguimos con la pareja, a pesar de las discusiones, las desavenencias…, como muy bien se explicaba en el post anterior, es el miedo a la soledad, a estar solo con uno mismo, a quedarse sin pareja y todo lo que esto real o imaginariamente implica.
Pero ante la pregunta: ¿Qué es lo que te da más miedo de quedarte sin él / ella ?, a menudo la respuesta es: Que la echaría de menos.
Entonces, insisto: ¿Y que es lo peor de echar de menos a alguien? ¿Qué nos pasa, como estamos cuando echamos de menos a alguien?
Y la respuesta, aquí sí, invariablemente es: que lo pasamos mal, que no estamos bien. En conclusión: que padecemos.
Y este es una gran miedo del ser humano: sufrir.
Todo el mundo es consciente de que después de una ruptura conoces a otras personas, lo más probable es rehacer tu vida de pareja, superarlo y volverse a enamorar o a querer a otra. Todo el mundo sabe que nadie es imprescindible y que podemos estimar a más de una persona y que podremos ser felices de nuevo. Pero la perspectiva del sufrimiento, a menudo, hace que muchas personas, prefieran seguir con quien están, a pesar de no estar bien.
Esto nos pasa por ser corto placistas, porque se nos hace angustiosa la idea de que tras la ruptura habrá un periodo de duelo y por tanto de sufrimiento, a pesar de saber que se acaba superando.
Perdamos por tanto el miedo al sufrimiento, al fin y al cabo, forma parte de la vida. No existe vida sin sufrimiento. Estamos totalmente preparados para soportarlo, para hacerle frente, incluso para integrarlo y sacar un aprendizaje vital.
Durante este tiempo posterior a la ruptura puedo aprovechar para hacer un repaso de qué falló, de qué errores puedo aprender, de donde empezó a ir todo mal, de que no quiero volver a repetir en futuras relaciones, perdonarme y perdonar al otro, etc.
Perdamos el miedo al sufrimiento y pensemos a medio y largo plazo, porque después de la ruptura, del duelo y el sufrimiento, lo más probable, es que tendremos la oportunidad de construir otra relación, y darnos una nueva oportunidad.