Como cada año cuando empieza el buen tiempo, parece que todos empezamos a pensar en las vacaciones.
Suele pasar, sin embargo, que en lugar de ilusionarnos nos generen un cierto estrés.
En parte, es comprensible, la baja conciliación de horarios laborales y familiares hace que las personas con hijos, tengan que empezar a organizar con quién se quedarán y que harán los hijos al finalizar la escuela. Según la ayuda familiar que reciban, las posibilidades económicas y la edad de los hijos, los planes variarán desde: esparcimientos, cursos de verano, canguros, abuelos, o bien quedarse solos a casa. Esto siempre provoca un cierto estrés pues implica una rotura de rutinas y horarios familiares.
Ahora bien, más allá de la organización de los hijos, para aquellos que tengan, está el tema de qué hacer con las propias vacaciones, aquellos días en que no tendremos que trabajar y que por lo tanto se nos abren un montón de posibilidades. Son días muy esperados a lo largo del año, y justamente por eso es muy fácil caer en todo un mundo de exigencias: Tengo que aprovechar las vacaciones, tengo que pasarlo bien, me tengo que relajar…. Ya lo haré cuando esté de vacaciones. Son precisamente estas exigencias las que a menudo hacen que nada de esto no se produzca, es decir, es muy habitual que en septiembre las personas comenten: no me he relajado demasiado, no he podido hacer todo aquello que quería….y entonces es cuando aparece la frustración: hemos gastado más dinero, no ha sido como esperábamos. Y con la frustración, el malestar emocional, y por si no hubiera bastante, está la vuelta al trabajo.
A todo esto hay que añadir que cada año los típicos y característicos anuncios de verano nos explican unas vacaciones de película: lugares paradisíacos donde haces amigos increíbles y compartes comidas espectaculares y todo ello con música de fondo y al lado del mar. La realidad es que los lugares paradisíacos o son muy caros o están muy masificados, que los amigos a veces te los encuentras y muchas no, y si quieres comer al lado del mar tendrás que reservar con antelación y preparar la cartera. Todo esto no lo cambiaremos, la sociedad la habremos montado así entre todos…. Pero sí que puedo deshacerme de ciertos pensamientos de autoexigencias y exigencias con la vida, puedo intentar no generar excesivas expectativas y finalmente aceptar y estar abierto a todo lo que pase sin querer que las cosas sean de otro modo sino dejando que sean cómo son.
Por lo tanto aquí van mis consejos si tengo unos días de vacaciones:
1. Antes que nada plantearme cuál es mi presupuesto y elegir unas vacaciones que se adapten. Que después no tenga que sufrir a la vuelta o sentirme mal por haber gastado demasiado.
2. Intentar no generar ningún tipo de expectativa, solo ir con la apertura de corazón y mente para aceptar todo aquello que me encuentre.
3. No querer hacer demasiadas cosas. Centrarse en una o dos y decidirlas con antelación (leer un libro, o aprender a tocar la guitarra, o visitar algún museo, o hacer un curso de danza, o pintar la casa, o hacer bricolaje…. !Pero no todas a la vez!).
4. Dejar de exigirnos estar relajados y pasarlo bien. Cuanto más nos lo exigimos menos pasará, es así de paradójico el ser humano. No estamos obligados a estar tranquilos y relajados, conviene recordarlo.
5. Las vacaciones pueden ser días de descontrol, por lo tanto mirar de ser mesurados en la comida y el beber, y no escatimar horas de sueño, hacer un poco de deporte o largas paseos.
Espero que paséis unas buenas vacaciones y recordeis que no está escrito en ninguna parte que tengan que ser !geniales!