En Terapia infanto - juvenil

El presente post tiene como objetivo ser una pequeña guía para abordar el tema de la muerte en niños.

La necesidad radica en evitar que el hecho de que la muerte sea tabú en la sociedad y que la tristeza sea algo de lo que debemos huir se traslade a los niños. Todos tenemos que poder hablar de un fenómeno tan natural como la muerte y efectivamente, también hablar con los niños.

Las preguntas y curiosidad de los menores sobre la muerte aparecen ya desde los 3 años. El tipo de pregunta o inquietud irá cambiando y evolucionando a medida que se hacen mayores y su mente madura. Ante las preguntas y curiosidades, debemos ser honestos y no mentir. La tentación de mentir viene del deseo, a veces inconsciente, de proteger al hijo o hija del sufrimiento relacionado con la muerte. Pero a la larga, las mentiras perjudican más que ayudan.

Algunos conceptos son muy importantes y no conviene distorsionarlos con mentiras o fantasías:

– El hecho de que la muerte es irreversible. La persona que ha muerto, no volverá y no volveremos a verla.

– La muerte es universal. Todo ser vivo acaba muriendo. Se puede suavizar explicando que lo normal y lo más frecuente es que ocurra después de muchos y muchos años de vida. Si una muerte es previsible es recomendable ir introduciéndole la idea de forma gradual.

– La no funcionalidad del cuerpo. El cuerpo, después de muerto, ya no sufre, ni siente nada. Podemos decirle que el único sitio o la persona vive y nos escucha, está en nuestro recuerdo y en nuestro corazón.

– Hay una causa que siempre es física. Evitar transmitir que alguien se ha muerto por estar dormido, o por que ha sido malo, o de repente, o de un accidente.

De 0 a 2 años no se compran el concepto, pero pueden notar la ausencia de la persona fallecida. De 3 a 6 años no acabarán de interiorizar dichos aspectos, pero se irán igualmente contando con honestidad y suavidad. A partir de los 6 todavía pueden costar estos aspectos, pero lo van logrando. A partir de los 10, ya tienen capacidad total para comprender toda la dimensión de la muerte.

¿Cómo comunicar o hablar del tema?

– Que sean las personas más cercanas y con más vínculo y cariño posibles con el menor.

– En caso de muerte de alguna persona cercana, debe abordarse lo antes posible.

– En un sitio íntimo donde pueda expresarse con libertad.

– La información se puede dar de forma gradual, yendo de lo esencial a los detalles poco a poco a medida que vaya preguntando.

– Aclarar los aspectos fundamentales citados para que vaya entendiendo el concepto. – Se pueden introducir los rituales, homenajes y creencias religiosas.

– Iremos respondiendo todas las preguntas poco a poco en la medida de lo posible.

– Le explicaremos que siempre recordaremos a la persona muerta y que nadie la sustituirá.

– Facilitaremos y no censuraremos la expresión emocional. Sólo protegeremos al niño de emociones desbordantes o muy intensas.

El duelo es un proceso normal (no patológico) que necesita tiempo, puede tener descalabros, es único en cada persona e implica movilizar recursos y habilidades de gestión cognitiva y emocional.

Consiste en ir aceptando la pérdida de la persona, en aprender a vivir en un mundo sin esa persona, ir trabajando las emociones asociadas y recolocar a la persona muerta en nuestra vida y seguir viviendo.

Características del duelo en niños:

– La vida del niño/a no suele interrumpirse, continúa su ritmo.

– Habitualmente resuelven el duelo más rápido que los adultos.

– Mantener las rutinas es un factor protector.

– Dejar que exprese sus emociones y pensamientos es indispensable.

– Necesitan poder sentirse libres para preguntar y hablar del tema.

– El apoyo familiar es indispensable.

– Normalizar el duelo del adulto ayuda a que ellos normalicen el suyo.

Signos de alarma para pedir ayuda:

alteraciones importantes en la rutina, somatizaciones, tristeza muy profunda y larga, apatía, inactividad, llanto intentos e inconsolable, alteración importante del sueño y el hambre, aislamiento, ansiedades o miedos incapacitantes, bajada de rendimiento académico, etc.

Patricia Vílchez Las Heras

Psicóloga sanitaria infanto-juvenil

Colegiada 21639