En Terapia individual, Terapia infanto - juvenil

Independientemente de si estamos hablando de niños de primaria, adolescentes de secundaria, o jóvenes y adultos en estudios superiores, el estudio puede suponer un reto para la persona que se lo propone. Ya sea por carencia de hábitos, distracciones, tendencia a la procrastinación, angustia o desmotivación, estudiar puede significar una tarea muy complicada de lograr.

¿Por dónde empezamos? La clave principal es conocerse bien a uno mismo. Basándonos en cómo nos hemos enfrentado a tareas de estudio en momentos previos en nuestra vida, y entendiendo nuestra personalidad, podemos ir aprendiendo y adaptando nuestros hábitos para optimizar nuestra productividad. Aquí dejamos las siguientes claves, que podemos ir incorporando en el día a día como mejor nos convengan:

  1. Crea un entorno adecuado para el estudio: elige una habitación o un espacio donde tengas silencio y una buena iluminación.
    • ¡Evita!: estudiar en lugares ruidosos, como por ejemplo el comedor con la televisión encendida o con personas hablando de fondo.
  2. Trabaja en una mesa y prepara el material necesario: siéntate en una silla cómoda y delante de una mesa apropiada para el estudio. Utiliza solo el material que necesites en ese momento.
    • ¡Evita!: estudiar tumbado en la cama o en el sofá. Tentador, pero peligroso porque tendrás más tendencia a tener sueño. Evita también tener la mesa llena de objetos que ocupen espacio innecesariamente.
  3. Trabaja sin distracciones: póntelo fácil para favorecer tu concentración al máximo posible.
    • ¡Evita!: tener el móvil encima de la mesa o, como mínimo, asegúrate de quitar el sonido o la vibración de las notificaciones.
  4. Haz pausas: por ejemplo, puedes tomarte 5 minutos de descanso por cada 25 minutos de estudio, o 10 minutos de descanso por cada 50 minutos de estudio, según tu capacidad de concentración. Cuando lleves más rato estudiando, haz una pausa más larga (por ejemplo, descansa media hora cada dos o tres horas de estudio).
    • ¡Evita!: querer estar horas y horas sin parar, solo por pensar que hacer pequeños descansos es perder el tiempo. Repercutirá negativamente sobre tu productividad y será contraproducente.
  5. Conoce tu reloj biológico: experimenta en qué momentos del día eres más productivo y, si es posible, adapta tus horarios de estudio y desarrolla una rutina basada en este criterio.
    • ¡Evita!: forzarte a trabajar en un horario en que no eres productivo. Por ejemplo, no te fuerces a madrugar si sabes que tardarás horas en llegar a tu pico de concentración y productividad.
  6. Respeta tu tiempo de descanso y desconexión: son claves para mantenerte productivo día tras día.
    • ¡Evita!: alargar indefinidamente las horas de estudio y pensar que el descanso no es importante o que ya lo recuperarás más adelante.
  7. Planifica el estudio: plantéate objetivos realistas y específicos que te ayuden a organizar tu tiempo de una forma efectiva y que también ayuden a potenciar tu motivación.
    • ¡Evita!: lanzarte al estudio sin un plan previo. Si estudias sin pensar qué estás haciendo, es fácil caer en la frustración y en la sensación de falta de control.
  8. Utiliza las técnicas de estudio que mejor te funcionen a ti: reconoce si eres una persona visual, si te va bien estudiar en voz alta, etc.
    • ¡Evita!: lanzarte a memorizar sin pensar. Quedarás agotado y no te será tan útil.
  9. Ten uno para qué personal que dé sentido a tu estudio. A veces resulta difícil mantener la motivación y siempre ayuda el hecho de recordarnos por qué decidimos adentrarnos en este estudio.
    • ¡Evita!: basarte en motivos externos con los que no sintonizas. Por ejemplo, “estudio porque todos mis amigos estudian”, “porque tengo que hacer algo”, “porque si no estudio no soy válido”, “porque lo dice mi madre”, etc.
  10. Date una recompensa: utiliza el refuerzo positivo al final de cada jornada para promover que el día siguiente sea, de nuevo, productivo.
    • ¡Evita!: convertir el estudio en la única actividad de tu día. Hay el peligro de acabar quemado, perder la energía, perder el gusto por otras actividades, etc.

¡Y ahora, te toca a ti! Si te ves en una situación en la que tienes que estudiar, o estás acompañando a alguien en este proceso, revisa las estrategias. A menudo podemos hacer pequeños cambios que no suponen un gran esfuerzo para nosotros en el momento de hacerlos, pero que pueden mejorar nuestra productividad y, por extensión, nuestros resultados y grado de satisfacción personal.

 

Iris Ramon Torres

Neuropsicóloga (colegiada núm. 26206)