En Terapia infanto - juvenil

La dislexia, actualmente llamada trastorno específico del aprendizaje con dificultades en la lectura, es justamente eso: un trastorno del aprendizaje. Ello quiere decir que el problema se produce en la adquisición de la habilidad lectora.

Este problema se produce a nivel cerebral. No es una consecuencia de ningún problema emocional, no es una falta de esfuerzo ni de voluntad, no es por una falta de interés de la familia o la escuela, no es algo escogido. Gracias a los avances de la ciencia hoy está demostrado que la dislexia es un trastorno de causa neurológica con una carga genética del 60% frente a un 40% de carga ambiental.

La prevalencia de este trastorno se sitúa entorno al 10%-20% de la población escolar.


El proceso lector consta de diferentes subprocesos:

Primero se pone en marcha el lóbulo frontal, donde se encuentran las funciones ejecutivas, para planificar la acción lectora o tener la iniciativa para ello. Acto seguido, se pone en marcha el sistema visual (percepción de las letras) y el sistema auditivo (asociación de letras con sonidos). Después se pone en marcha el componente cognitivo (decodificación de las palabras), el componente lingüístico (conocimiento de las palabras) y el componente conceptual (asociación de palabras con su significado).

En los niños/as con dislexia el déficit neurológico afecta al proceso cognitivo de decodificación de conjuntos de letras en sonidos. Éste es un proceso que se realiza de manera automática y sin esfuerzo atencional pero que los niños/as disléxico/as no pueden automatizar y deben poner recursos atencionales en ello y casi siempre sin éxito (si no se realiza un entrenamiento adecuado). Mientras que éste es un proceso automático, el proceso de asociar las palabras con significados y acabar extrayendo el significado y comprensión de un texto no lo es. Por eso decimos que para entender un texto debemos leerlo con atención. Cuando tenemos la decodificación automatizada podemos centrar nuestra atención en comprender el texto pero un niño/a con dislexia no puede entender lo que lee porque tiene toda su atención puesta en la decodificación (muchas veces no exitosa) y no le quedan recursos para la comprensión.

Consecuencias de pasarlo por alto

Las consecuencias, si no se diagnostica y se trata adecuadamente, pueden ser devastadoras.

El niño/a sufre una fuerte frustración cuando debe enfrentarse al reto de aprender a leer. Se da cuenta de que le cuesta mucho más que a los demás y no entiende porque. En este momento el niño/a ni siquiera sabe identificar lo que siente y mucho menos manejarlo ni expresarlo. A eso sumemos que nadie de su entorno entiende lo que ocurre y que le están acusando constantemente de no esforzarse suficiente.

Su autoestima empieza a resentirse desde este momento: «soy tonto/a», «soy un vago/a», «todos mis compañeros/as leen mejor que yo», «no valgo», «no sirvo», «nunca conseguiré leer tan bien como los demás»…

A trancas y a barrancas el proceso de aprendizaje va avanzando pero el niño/a que sufre dislexia se va quedando cada vez más y más atrás. Cada vez es más fuerte la presión por leer bien ya que los aprendizajes que se adquieren en la escuela tienen un fuerte componente lector. Si la dislexia no se detecta ni se trata, nadie ofrece al niño/a disléxico/a recursos para superar su dificultad. La frustración cada vez es más difícil de soportar y empiezan a mostrar conductas de evitación: «no quiero hacer los deberes», «no quiero estudiar», «no quiero ir al cole»… porque enfrentarse a todo esto es enfrentarse al fracaso y a una autoimagen muy negativa, y si muchos adultos no son capaces de enfrentar estos sentimientos adecuadamente, imaginemos un niño/a.

Sentimientos de frustración, fracaso, baja autoestima… conducen inevitablemente a sentimientos de tristeza y ansiedad. En los niños/as todo este coctel no se manifiesta igual que en los adultos/as. En niños/as se suele manifestar con irritabilidad, rabietas, mala conducta (agresividad, desafío, desobediencia, etc.), inseguridad, frecuentes dolores de barriga o de cabeza, etc.

A la larga vamos a tener un niño/a con problemas emocionales, problemas de conducta, baja autoestima y con fracaso escolar más tarde o más temprano. Evidentemente, todos estos problemas se irán arrastrando hasta la vida adulta con consecuencias cada vez más complicadas de resolver.

¿Tiene cura?

El déficit neurológico que produce la dislexia no se cura. Pero sí que podemos intentar, mediante entrenamientos específicos, que el cerebro haga conexiones nuevas para intentar automatizar lo máximo posible la decodificación de las palabras y así conseguir que la lectura se realice de manera más eficiente.

¿Qué hago si sospecho que mi hijo/a tiene dislexia?

Lo mejor que se puede hacer es consultar lo antes posible con los profesionales que nos puedan brindar ayuda.

Podemos consultar con: el orientador/a del colegio, los psicólogos/as o psicopedagogos/as del CSMIJ de la zona (Centro de Salud Mental Infanto-juvenil) o bien con un psicólogo/a o psicopedagogo/a privado. Nuestro primer objetivo debe ser obtener o descartar un diagnóstico. Con el informe con dicho diagnóstico iremos al colegio para que allí realicen las adaptaciones y ayudas necesarias para que nuestro hijo/a pueda enfrentar los aprendizajes con el menor sufrimiento y con el mayor éxito posible. Al mismo tiempo, una vez hecho el diagnóstico, deberemos ocuparnos de que comience lo antes posible el tratamiento basado en reeducaciones psicopedagógicas que le ayuden a ponerse al día y al nivel de sus compañeros/as.

Mientras tanto, procuraremos leer a nuestro hijo/a, para que de alguna manera tenga acceso a la información transmitida a través de textos. Es conveniente leerle cuentos o también facilitarle imágenes, vídeos o películas. Porque es importante para el desarrollo del lenguaje y también de la lectura que cuanto antes tenga contacto con palabras, conceptos y contenidos igual que sus compañeros/as.

 

Patricia Vilchez Las Heras

Psicóloga infanto-juvenil

Colegiada: 21639