En adolescència, desarrollo personal, Terapia de pareja

La diferencia entre el enamoramiento y el amor, parece obvia, pero todavía hay confusiones.

El enamoramiento es un proceso que se asemeja bastante al TOC. Algunos estudios así lo demuestran. Por ejemplo, se han hecho estudios comparativos, en el ámbito cerebral, entre pacientes con trastorno obsesivo y personas que manifiestan estar enamoradas. Los resultados evidencian que los cambios, en el ámbito bioquímico, son bastante similares.

La diferencia es, que en los procesos de enamoramiento, estos cambios son totalmente pasajeros. El sentimiento de tener a la otra persona continuamente en la mente, de sentir la necesidad imperiosa de verla o saber de ella, son, absolutamente pasajeros.

Hay autores que dicen que el enamoramiento puede durar horas, días, meses o años. Pero no que pueda durar toda la vida. Por otro lado, si lo pensamos bien, sería casi insostenible. No tendríamos concentración para trabajar, la vida se reduciría alrededor de la otra persona.

Por lo tanto, el enamoramiento, viene a ser un estado alterado en el ser humano, que puede ser fruto de alegría o sufrimiento, según si este es o no correspondido, pero no es el estado normal o común.

Por este motivo, cuando el enamoramiento pasa, es cuando podemos ver claramente a la otra persona. En consecuencia, podremos decidir si merece la pena continuar teniendo sentimientos hacia ella porque podremos ver su valor real.

Es, en este momento, cuando podemos hablar de amor, es decir, dar un valor a la otra persona, valor que será el motor de querer construir una relación.

El enamoramiento es un acto pasional, la persona que lo siente es pasiva y se deja arrastrar por este sentimiento pasajero.

Por ello, amar, en cambio, es activo, no pasivo. Por eso, no es fácil, requiere voluntad, aceptar el otro tal como es, entendiendo que tiene rasgos que no me gustan o que incluso me pueden molestar.

No entender esta diferencia puede llevar a muchas roturas, puesto que hay quién, cuando deja de sentir el enamoramiento, piensa que todo ha acabado. Quizás nos gustaría vivir eternamente enamorados, pero tendremos que aceptar que esto, ni es posible ni sería sano.

Marta Santaeulària y Martínez

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