El apego es aquel vínculo afectivo entre el bebé y su cuidador/a principal. Se forma a partir de la búsqueda de seguridad por parte del bebé en esta figura de cuidador/a. El fin que caracteriza este tipo de vínculo: la supervivencia. Para una buena futura salud mental del bebé, el cuidador/a debe ser sensible y empático/a. Además, debe ser rápido/a en la satisfacción de las necesidades esenciales. De esta manera, el bebé construya un esquema mental seguro sobre sí mismo y los demás.
Una experiencia segura prolongada con el cuidador/a generar un buen vínculo afectivo. Esto permitirá que se genere una expectativa implícita de confianza. Así, ganará seguridad y comodidad en futuras relaciones consigo mismo y con el mundo.
A estas alturas la ciencia ha más que demostrado que nuestro desarrollo no depende sólo de la genética. Es crucial la interacción de ésta con la experiencia. Este fenómeno se denomina epigenética. Por lo tanto, las primeras experiencias influirán de manera importante en la expresión de los genes. Así se va modificando el resultado de nuestro desarrollo. Por lo tanto, es de gran importancia la calidad del vínculo afectivo.
El desarrollo del vínculo de apego que se va formando es de doble sentido. Participan tanto el bebé como el adulto. Se forma entre los 0 y 3 años y tiene un componente cognitivo, otro emocional y otro conductual. El cognitivo es quizás el más importante ya que determinará a los otros dos componentes. El componente cognitivo representa las creencias, pensamientos, deducciones, interpretaciones y actitudes. Estas se convierten en un filtro a través del cual se da respuesta emocional y conductual a las experiencias.
Tipo de apego
Mary Ainsworth, en los años 50, estudió los tipos de apego. Lo hizo en un experimento llamado Situación Extraña. Definió 3 tipo de apego: seguro, evitativo y ansioso-ambivalente.
Se formará un apego seguro si el cuidador/a responde con sensibilidad y rapidez a las necesidades del bebé. En cambio, se formará un apego inseguro si esto no sucede o sucede de manera inadecuada.
El apego evitativo consiste en un perfil conductual (por parte del bebé) de no búsqueda de su figura de apego. De que cuanto menos emocional y demandante me muestre mejor cuidado recibiré y viceversa. Es fruto del aprendizaje de que el vínculo emocional no es útil e incluso puede ser perjudicial. Este aprendizaje se produce cuando el cuidador/a no ha acudido al cuidado del bebé cuando lo ha pedido. En cambio, ha dado respuesta cuando no ha reproducido estas conductas. Se ha demostrado que ante una situación extraña, aunque el bebé no busque al cuidador/a, en realidad, está sufriendo reacciones importantes de estrés.
El apego ansioso-ambivalente consiste en un perfil conductual, al contrario que el evitativo, híperdemandante. Cuanto más exagere mis demandas más cuidado obtendré. Es reflejo de un aprendizaje de que el cuidado no se obtendrá siempre que se solicite y de que más vale que me esfuerce para garantizármelo. Este aprendizaje se ha producido por unas respuestas inconsistentes a las demandas del bebé. Es decir, a veces se responde y otras no, pareciendo que la respuesta depende más de la predisposición o estado de ánimo del cuidador/a que de las demandas del bebé.
Un cuarto tipo
Más adelante, en los años 80, se reprodujo el mismo estudio en niños con mayor riesgo de apego inseguro y se pudo describir un cuarto tipo de apego: el desorganizado. Éste consiste en una respuesta conductual por parte del bebé no coherente o bien definida. Es decir, se debaten entre responder como el evitativo o como el ambivalente. Esto sucede cuando la figura de apego es, al mismo tiempo, fuente de seguridad y de terror, es decir, que a veces responde adecuadamente y otros no sólo no se responde adecuadamente si no que se responde de manera amenazadora y que atemoriza al bebé. El aprendizaje es que no hay forma de escapar del miedo ya que la figura que me aterra se supone que es la que me protege. Es el apego que generará más patología y más grave en el futuro adulto.
Importancia de un buen apego
Cuando se produce un apego inseguro, éste no representa un trastorno en sí mismo si no que aumenta la probabilidad de que el futuro niño/a y futuro adulto/a presenten trastornos o alteraciones psicopatológicas debido a que el apego inseguro disminuye su capacidad de enfrentar y resolver problemas en la vida de una manera adaptativa y eficiente. Los trastornos más relacionados con apegos inseguros son los trastornos de personalidad, de ansiedad, de depresión y adicciones, entre otros.
Patricia Vilchez Las Heras
Psicóloga infanto-juvenil Colegiada: 21639