En primer lugar, comenzaré por definir muy brevemente los conceptos de evaluación psicológica y valoración. La evaluación hace referencia a personas mientras que valoración se refiere principalmente a objetos.
En mi opinión la valoración es necesaria en cualquier intervención psicológica ya que ésta se lleva a cabo a través de un proceso de toma de decisiones que se inicia a causa de unas necesidades y/o demandas sociales. La valoración de la intervención determinará los efectos de la intervención, concretamente, nos facilitará saber si se han resuelto tales demandas o necesidades específicas en cada caso y si se han producido los cambios comportamentales deseados. También nos ayudará a tomar nuevas decisiones, lo que conllevará un cambio y una mejora social.
La evaluación psicológica y la valoración comparten muchos aspectos comunes a pesar de que el objeto de ambos conceptos difiera. Siguiendo esta línea, y de la misma forma en que una intervención requiere un proceso de valoración, cuando valoramos un programa también es necesario evaluar a los participantes de dicho programa.
Desde mi punto de vista, el proceso valorativo puede trascender más allá del programa o intervención a valorar, ya que no solo conlleva un cambio social sino que mediante contrastaciones y mediciones puede repercutir sobre el cuerpo de conocimientos científicos.
Sobre el valor de un programa pueden emitirse tres juicios: la eficacia, la efectividad y la eficiencia. La eficacia se refiere a la medida en la cual una intervención ha alcanzado los objetivos previstos. La efectividad es la medida en la que un programa ha producido unos determinados efectos o resultados. Por último, la eficiencia es la relación entre los beneficios obtenidos y los costos del programa. El concepto más aceptado a la hora de valorar un programa es la efectividad, por ello todo programa conlleva unos determinados objetivos a lograr.
En resumen, el proceso de valoración es un aspecto clave dentro de cualquier evaluación psicológica y no debe quedar relegado ya que no solo supone la determinación de los efectos de una intervención sino una replicación empírica sobre sus supuestos teóricos, incrementando así, los conocimientos de dicha intervención.
Miriam Puig Claramunt
Psicóloga General Sanitaria
Colegiada 23417