Sería difícil negar que vivimos en una sociedad donde las prisas y la satisfacción inmediata rodean nuestras vidas. Esto provoca que aumenten los problemas de comportamiento en niños y adolescentes.
Desde el marco educativo, los fondos de financiación pública han disminuido llegando a provocar hasta 42 niños por clase. Situación que impide el seguimiento individualizado que requieren los niños en su educación.
No debemos olvidar, el desarrollo de la alta tecnología, la cual se ha demostrado que provoca un estado de atención parcial continua, lo que se conoce como un “estar atentos a todo sin centrarnos nunca en algo concreto”. A medida que el cerebro evoluciona hacia destrezas tecnológicas, se aleja de las habilidades sociales fundamentales; como las de captar la sutileza de un simple gesto o leer una expresión facial durante una conversación. Este cambio de la tecnología anula la función psicológica de la espera, disminuyendo la destreza de las personas para realizar una cosa después de otra.
Todo ello ha conducido al incremento del diagnóstico del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Este trastorno está constituido por tres síntomas nucleares: la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad. Debido a que la mayoría de niños experimentan estos síntomas muy a menudo en su vida diaria, el diagnostico del TDAH no debe tomarse a la ligera. Es necesario seguir algunos criterios formales para poder diagnosticarlo; como pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la actividad social, académica o laboral, así como un número mínimo de alteraciones provocadas por los síntomas nucleares, entre otros.
La afirmación de Eysenberg que aseguraba que el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia, ha podido llegar a crear confusión entre los profesionales de diferentes ámbitos (pediatras, psicólogos, educadores…), así como también en los padres de estos niños, los cuales, muy a menudo, se niegan a ver a su hijo bajo una etiqueta diagnóstica.
Esta afirmación de Eysenberg, tiene su fundamente en que el TDAH no es una enfermedad únicamente causada por factores biológicos (de ahí lo de ficticia), sino un trastorno causado por múltiples factores (psicosociales, ambientales…).
Actualmente, se priorizan las causas biológicas adoptando un punto de vista llamado “científico positivista” que consiste en tomar decisiones diagnósticas y terapéuticas basadas únicamente en un manual, lo cual conlleva a una consecuencia práctica dicotómica: tratamiento farmacológico sí o no.
Esto se traduce a una sobremedicación en los niños y a dejar de lado las terapias psicológicas de apoyo. Es evidente, que la situación económica influye en esta perspectiva. Al resultar costoso cambiar el entorno del niño, se cambia al niño.
Desde el ámbito de la psicología, se espera que esta situación cambie y que los profesionales que se encuentran con estos niños se apoyen en terapias psicológicas y no únicamente en psicoestimulantes. Es necesario tomar conciencia de que muchos de los problemas de los niños y adolescentes son provocados por el entorno en el que viven y es esto precisamente lo que se debe intentar modificar. Tal como afirmaba Peteiro, “la perspectiva científica del mundo y de nosotros es un arma de doble filo. Buena, si se la toma en su justa medida. Perversa si se erige como única mirada”.
En nuestro centro de Badalona damos soporte a todos aquellos niños/as que estén pasando por esta u otras dificultades.
Miriam Puig Claramunt
Psicóloga General Sanitaria
Colegiada 23417