En Terapia infanto - juvenil

Los trastornos del espectro autista son un tipo de trastorno del neurodesarrollo. Esto quiere decir que se origina a causa de un desarrollo diferente del sistema nervioso. Debido a esto se manifiesta desde la primera infancia y consiste en la presencia de déficits o alteraciones en determinadas conductas. Las causas de ese particular neurodesarrollo que da lugar a este tipo de trastornos son diversas y altamente complejas. Este tipo de trastorno se estima que lo sufre el 1% de la población infantil. El diagnóstico se basa únicamente en la observación de la conducta del niño/a.

El cuadro clínico se caracteriza principalmente por 3 alteraciones: alteraciones en la interacción social, alteraciones en la comunicación y alteraciones en sus patrones de intereses los cuales son restringidos y estereotipados.

El objetivo de este artículo es revisar los síntomas conductuales que podemos observar según la fase del desarrollo para aquellos lectores que tengan sospechas de la presencia de este trastorno en algún hijo/a, alumno/a o paciente.

Entre los 6 meses y el año y medio:

  • Evita la mirada y el contacto visual, el cual es limitado y breve.
  • No mira lo que mira el adulto o lo que le señala el adulto.
  • No muestra una expresión feliz cuando mira a su interlocutor.
  • No balbucea cuando se le habla directamente.
  • No parece atender ni responder a la voz de su cuidador/a principal aunque sí a otros sonidos.

Edad preescolar:

  • Alteración en el lenguaje: se puede producir un retraso del desarrollo pero no necesariamente. Cuando el desarrollo no está alterado el lenguaje muestra algunas características (voz monótona, excesiva o muy lenta, interpretación literal de los mensajes, habla muy elaborada…).
  • Alteración en el juego: muestran poco interés en el juego imaginativo. Prefieren entretenerse con un objeto cualquiera como unas llaves u ordenar por color los rotuladores que con muñecos u objetos con los que simular acciones de la vida cotidiana.
  • Alteración en la interacción social: Poco interés en otros niños y en el juego compartido. Reacciones inapropiadas como pegar o gritar.
  • Conductas repetitivas e intereses restringidos: por ejemplo balanceo o aleteo con las manos. Les atrae la estimulación visual como los puzzles, en los que pueden ser mucho más habilidosos que en otras actividades. Requieren hacer ciertas actividades de una manera determinada o en un momento determinado mostrando fuertes rabietas en incluso autolesiones si se alteran esos requerimientos.
  • Hipersensibilidad sensorial: pueden mostrar cierto malestar ante determinados sonidos fuertes (como un motor, un timbro o el ladrido de un perro). También puede ser que rechacen alimentos por su textura o color en lugar de por su sabor.

Edad escolar:

  • Lenguaje: pueden referirse a si mismos en segunda o tercera persona. Pueden utilizar frases repetitivas que han aprendido y repiten en múltiples contextos y siempre con la misma estructura exacta mostrando así un lenguaje rígido aunque correcto. Pueden presentar alteraciones en el ritmo o la entonación. Pueden también mostrar poco interés por iniciar o entrar en una conversación si el tema de conversación no es uno de sus intereses restringidos. Pueden no llegar a tener una conversación «de ida y vuelta», es decir, en la que responda en función de lo que le dice o responde su interlocutor. Pueden no adaptar su lenguaje al contexto y hablar igual con desconocidos que con familiares o en una fiesta igual que en clase. Suelen interpretar literalmente los mensajes y les cuesta captar la ironía, el sarcasmo o las metáforas.
  • Interacción social: Muestran dificultades para entender las relaciones sociales y por ello muestran dificultades en ellas y poco interés.
  • Conducta: pueden mostrar fuerte apego a las rutinas y escasa flexibilidad. Se alteran ante los cambios que no esperan. Pueden invertir mucho tiempo y energía en actividades de coleccionar, ordenar, numerar o listar. Pueden cambiar de interés pero al cabo de unos meses o pocos años. Pueden tener interés en temas que no interesan a la mayoría de niños (horarios de trenes, manuales de instrucciones, etc.).

Adolescencia:

  • Rigidez cognitiva: pueden tener puntos de vista muy extremados y no entender ni aceptar los puntos de vista de los demás.
  • Interacción social: siguen teniendo dificultad y poco interés en las conversaciones con los demás si no se habla de sus temas de interés. También tienen dificultades para entender sus propias emociones y las de los demás.
  • Conducta: pueden mostrar dificultades para organizarse el tiempo y planificar y organizar acciones.

Si tienes un hijo/a con sintomatología de este tipo y su conducta está generando problemas de algún tipo quizás es hora de pedir ayuda a un profesional que te asesore, haga una evaluación, un diagnóstico y lo aborde lo antes posible. Este trastorno abarca un amplio abanico en cuanto a sus manifestaciones y gravedad y en casos de gravedad no muy elevada puede incluso llegar a desaparecer gran parte de la sintomatología en la adolescencia si se aborda desde la infancia.

 

Patricia Vilchez Las Heras

Psicóloga infanto-juvenil

Col. 21639