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Cuando nos encontramos dándole vueltas una y otra vez a los mismos temas en bucle, sin encontrar una solución, decimos que estamos rumiando o que tenemos pensamientos rumiativos.

Cuando hablamos de pensamiento rumiativo hablamos de una forma de pensar, de un patrón de pensamiento más que en el contenido de los pensamientos en sí. Se trata de pensamientos negativos que aparecen en bucle de forma recurrente e intrusiva, provocando un intenso malestar y agotamiento mental.

RUMIAR NO ES REFLEXIONAR

Debemos diferenciar lo que es la reflexión de la rumiación. La reflexión es voluntaria y consciente. La reflexión nos lleva a considerar las distintas opciones que tenemos dada una situación y nos ayuda en la toma de decisiones, es una actividad productiva y creativa. En cambio, rumiar es una actividad emocional y automática del cerebro que no acostumbra a ser ni productiva ni creativa.

¿Qué podemos hacer para dejar de RUMIAR?
  • TOMAR CONCIENCIA. Lo primero para dejar de hacer algo siempre pasa por darnos cuenta de que lo estamos haciendo. Cuando nos veamos pensando reiteradamente en algo podemos preguntarnos por la utilidad de esos pensamientos… ¿me sirve para algo?, ¿tienen alguna utilidad práctica?… Si las respuestas son que no, lo más seguro es que estemos rumiando.
  • ESCRIBE. Escribe sobre todo lo que te preocupa. Escribir nos ayuda a ordenar las ideas y nos permite observar nuestros pensamientos con cierta distancia. Podemos leer lo escrito al día siguiente y comprobar si lo que pensábamos tiene lógica o por el contrario era fruto de la emoción del momento. Lo más seguro es que algo se haya transformado.
  • AGENDAR LA PREOCUPACIÓN. Se trata de darle un tiempo y un espacio concretos en nuestra agenda a la preocupación. Escoge una hora de la semana para reflexionar sobre todo lo que te preocupa (nunca antes de dormir). Durante esa hora deberás reflexionar sobre todas y cada una de las preocupaciones que tienes. Cuando acabe el tiempo fijado, deja de hacerlo. Poner día y hora en la agenda para preocuparnos nos ayuda a no caer constantemente en la rumiación, saber que el tema será abordado concienzudamente el día y hora fijados nos ayuda a posponer la tarea de preocuparnos y podemos dejar de hacerlo el resto del tiempo. Pasamos de rumiar a reflexionar.
  • OCÚPATE. Nos pre-ocupamos cuando no podemos ocuparnos de algo. La rumiación nos impide concentrarnos en las tareas que estamos haciendo o podríamos hacer, de modo que nuestra sensación de control disminuye y la sensación de incertidumbre aumenta, provocando más pensamiento emocional rumiativo. Por ello es importante ocuparnos en aquello que sí podemos hacer hoy. Haz actividades que te distraigan y sean construcctivas para ti.
  • HABLAR con alguien acerca de lo que te preocupa: Explicar a alguien lo que te está pasando te obliga a ordenar tus ideas, a contextualizar y a darle perspectiva, de modo que a veces incluso nosotros mismos damos con una solución.
  • PRACTICAR ALGUNA TÉCNICA DE MEDITACIÓN O MINDFULNESS

    El Mindfulness nos ayuda a mantenernos en el presente y a tomar distancia de los pensamientos instrusivos y rumiativos. Nos permite verlos como lo que son, pensamientos.

Laura S.