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En el siguiente ejemplo comprobaremos que nuestras reacciones son tanto más flexibles y adaptativas cuanto antes aceptamos que la vida no es ni justa, ni de color rosa y que los conflictos, las frustraciones, las crisis y el dolor forman parte de la realidad de manera inseparable al placer, la calma o el bienestar:

 

En Hu-Nang vivía un campesino viejo, Sêo . Tenía un hijo sano y fuerte, un precioso caballo, una casa y un huerto; todo lo necesario para su felicidad.

     “Qué suerte tienes” le decían sus vecinos, a quienes el respondía “tal vez…”.

Un día el caballo se escapó y el campesino se quedó sin ningún animal para arar el huerto.

     “Qué mala suerte tienes, exclamaron sus vecinos” y el respondió “tal vez…”.

 Al cabo de tres días se presentó el zagal con tres yeguas cerreas salvajes y hermosas.    

     “Y sin pagar una sola moneda, eso es auténtica suerte, le dijeron”. “Tal vez…, volvió a contestar el viejo chino”.

Una semana más tarde, en el empeño de domar a una de las yeguas, el hijo se rompió una pierna. “Que infortunio, ¿quién va a arar tus tierras ahora?; pobre viejo, eso es auténtica mala suerte”. “Tal vez…”

Al cabo de unos días llegaron al pueblo soldados para una leva, reclutando hombres jóvenes para la guerra, pero al hijo de Sêo no se lo llevaron porque tenía una pierna rota.

     “Vaya suerte tienes Sêo,  nuestros hijos al frente y el tuyo en casa”. Y Sêo como siempre, con un atisbo de sonrisa, les respondió “tal vez…”.

Sêo contempla, con una calma sabia, los inevitables vaivenes de la vida, esa natural alternancia entre lo que llamamos buena suerte y mala suerte.

 

La mayoría de personas solemos contemplar dificultades, conflictos, enfermedades y cualquier tipo de contrariedad como “enemigos que hay que derrotar”, en lugar de retos de los que aprender. Reverenciamos la lucha y la vida es entendida como un duelo. Esta actitud de lucha y dominio se refleja en nuestra cotidianeidad, cada vez que maldecimos nuestras inevitables frustraciones, en nuestra relación dominante contra la naturaleza.

 

(Texto extraído del libro de Montserrat Calvo. “Sexualidad Atlética y Erotismo”. Ed.Planeta)

 

 

Bibiana