A lo largo de la vida vamos creando y viviendo a través de lo que en psicología llamamos marcos de referencia personales. Estos marcos surgen de la educación recibida, las experiencias vividas, el estilo de vida que llevamos, nuestros valores, nuestras creencias … y condicionan el tipo de respuesta que damos a las distintas situaciones que nos vamos encontrando. Los marcos de referencia facilitan la vida a nuestro cerebro que no ha de ir evaluando todos los datos disponibles en el ambiente constantemente para dar sentido a lo vive sino que automatiza determinados procesos de percepción para ser más eficiente.
En psicología de la percepción se hace la distinción entre procesamiento arrriba-abajo versus procesamiento abajo-arriba. El procesamiento abajo-arriba sería el que parte de los sentidos, y el procesamiento arriba-abajo sería el que parte de la memoria, las interpretaciones y las expectativas (procesamiento cognitivo). Los marcos de referencia estarían implicados en el procesamiento arriba-abajo. Ambos tipos de procesamiento se ponen en marcha a la vez y cada uno contribuye al análisis total de la situación. Se han de combinar la información procedente de la memoria con la información procedente del análisis sensorial, las dos informaciones son necesarias y se influyen mutuamente. De modo que no sólo creemos aquello que vemos, sino que también vemos aquello que creemos, de modo que las creencias también crean nuestra realidad.
Normalmente no llegamos a ser conscientes de la manera en que los marcos de referencia personales condicionan la manera en que vivimos los acontecimientos. Esto lo vemos a diario en la terapia de pareja dónde nos encontramos a dos personas que están viviendo una misma situación a través de dos marcos de referencia distintos, ambos convencidos de que lo que piensan y perciben es la realidad. Hacerles conscientes de sus respectivos marcos de referencia es necesario para llegar a un entendimiento mutuo.
Tomar conciencia de cuales son nuestros marcos de referencia es el primer paso para ganar flexibilidad y volvernos un poco más protagonistas de nuestras vidas.
Nuestro cerebro ya hace muy bien eso de automatizar e interpretar la realidad desde nuestro pasado, pero si queremos realmente ver el presente de manera objetiva es interesante descubrir qué creencias tenemos, qué vivencias han marcado nuestra percepción del mundo, qué respuestas hemos interiorizado tanto que somos incapaces de dar otras. Ser conscientes no las elimina pero de alguna manera las desactiva y en última instancia a través del trabajo terapéutico siempre tenemos el poder de generar nuevos marcos de referencia más amplios.
Laura S.