En los últimos años, la educación ha ido, sin duda, evolucionando exponencialmente. Aun así, el Cociente Intelectual y el rendimiento académico siguen limitando hoy en día el concepto de inteligencia, llevando a clasificar los niños en una escala de mayor a menor inteligencia según las notas obtenidas en la escuela.
El gran psicólogo e investigador Howard Gardner quiso poner en duda esta concepción simplista y tradicional, y hace casi cuarenta años expuso su teoría de las inteligencias múltiples. Esta teoría se basa en la idea de que las personas no tenemos una sola capacidad que se pueda denominar “inteligencia”, sino que contamos con todo un conjunto de inteligencias múltiples:
- Lingüística: es la capacidad de utilizar las palabras de forma efectiva, tanto de manera oral como escrita. Incluye la habilidad en el uso de la sintaxis, la fonética, la semántica y los usos pragmáticos del lenguaje (la retórica, la mnemónica, la explicación y el metalenguaje).
- Lógico-matemática: es la capacidad de usar los números de manera efectiva y razonar adecuadamente. Incluye la sensibilidad en los esquemas y relaciones lógicas, las afirmaciones y las proposiciones, las funciones y otras abstracciones relacionadas. Se correspondería a la considerada tradicionalmente como la única inteligencia desde la cultura occidental.
- Musical: es la capacidad de percibir, discriminar y transformar y expresar las formas musicales. Incluye la sensibilidad en el ritmo, el tono y al timbre.
- Espacial: es la capacidad de pensar en tres dimensiones. Permite percibir imágenes externas e internas, recrearlas, transformarlas o modificarlas, recorrer el espacio o hacer que los objetos lo recorran y producir o descodificar información gráfica. Consiste a formar un modelo mental del mundo en tres dimensiones.
- Cinético-corporal: es la capacidad para usar todo el cuerpo en la expresión de ideas y sentimientos, y la facilidad para utilizar las manos para transformar elementos. Incluye habilidades de coordinación, destreza, equilibrio, flexibilidad, fuerza, velocidad y la percepción de medidas y volúmenes. También es la capacidad de utilizar el propio cuerpo para realizar actividades y resolver problemas.
- Interpersonal: es la capacidad de percibir las diferencias en los otros, particularmente contrastados en sus estados de ánimo, sus motivaciones, intenciones y temperamento.
- Intrapersonal: es la capacidad de construir una percepción precisa respecto de uno mismo y de organizar y dirigir la propia vida. Incluye la autodisciplina, la autocomprensión y la autoestima.
- Naturalista: es la capacidad de distinguir, clasificar y utilizar elementos del medio ambiente, objetos, animales o plantas, tanto del ambiente rural como urbano. Incluye las actividades de observación, experimentación, reflexión y cuestionamiento de nuestro entorno.
Con esta clasificación, Gardner permitió ampliar el campo de la inteligencia y reconocer que el éxito académico no lo es todo, y que necesitamos otros tipos de inteligencias diferentes, igualmente importantes. Estas inteligencias, a pesar de tener cierto componente genético, no son inmutables sino que se pueden trabajar y potenciar desde el ambiente, el entorno y la educación. Otros autores han ido ampliando el marco de posibilidades considerando otros tipos de inteligencias, como por ejemplo la existencial, la creativa o la emocional.
Cómo decía Gardner, el reto educativo actual es saber estimular a cada alumno de manera personalizada y adaptar el contenido del temario a sus capacidades individuales, surgidas de la combinación única de inteligencias. Por ejemplo, se puede trabajar la dislexia desde el campo de las matemáticas o desde el arte. Y, sobre todo, valorar los niños en su globalidad y trabajar siempre desde sus puntos fuertes personales y concibiendo la inteligencia como una destreza que se puede desarrollar.
Iris Ramon Torres
Neuropsicóloga (colegiada nº 26206)