En Terapia infanto - juvenil

El motivo de este post es dar visibilidad e importancia a un problema que puede tener diferentes causas pero que, en cualquier caso, no es conveniente ignorar.

Ir a la escuela, generalmente, es una experiencia positiva para los menores, tanto por la socialización como por los aprendizajes. Cuando un niño/a, de manera reiterada, muestra disgusto por ir a la escuela, hay que poner atención. La misión será encontrar la causa o la razón, y no siempre el menor está dispuesto a explicarlo o no siempre sabe cómo hacerlo.

Tenemos varias maneras de investigar: primeramente, hablar con el menor y escuchar su respuesta. Si no es suficiente: observar su conducta, preguntar a profesores y preguntar a compañeros/as de clase o amigos. No conformarse con una actitud de: si la razón no la expresa o no es evidente, será que no es importante.

La causa

Normalmente el menor no quiere ir si allí encuentra un ambiente que le genera emociones negativas potentes como pueden ser la ansiedad, la frustración y/o la tristeza. Estas emociones pueden aparecer ante ciertos problemas:

  • Inseguridad durante las clases. Le cuesta prestar atención y no sigue el hilo. Siente que se queda atrás en algunos aprendizajes. Tiene dificultades para la lectura o el cálculo, etc.
  • Inseguridad ante los exámenes. Tiene pánico a suspender, a repetir curso, a decepcionar a los padres o a sí mismo/a, al castigo por una mala nota, etc.
  • Inseguridad o conflictos en las relaciones sociales. Tiene miedo a que se burlen, a que lo critiquen o vergüenza ante diversas situaciones. Tiene dificultades para integrarse en el grupo.
  • Dificultades de adaptación por novedades en el curso.
  • Inseguridad por la separación de los padres.

El problema que hay detrás puede ser menor (de fácil solución), como, por ejemplo: pequeñas dificultades de aprendizaje, pequeñas dificultades de habilidades sociales, tendencia a la ansiedad, ansiedad por separación, etc. Problemas que, dando un empujón y unas herramientas al menor, pueden quedar resueltos.

Pero también puede ser que el problema sea importante: acoso escolar, abuso sexual, trastorno del neurodesarrollo, trastornos del aprendizaje, etc. Entonces, el problema también tiene solución, pero no será tan sencilla e implicará más ayuda por parte del adulto: reuniones con los maestros, una evaluación neuropsicológica, interponer una denuncia, etc.

La conclusión es que, tanto si es un problema menor como si es más grave, siempre se le debe dar importancia al sufrimiento del niño ya que éste puede ir a más y derivar en problemas psicológicos más importantes en el futuro.

¿Entonces, como debo actuar?

  • Pregúntale si le ha pasado algo en la escuela. Déjale claro que sólo quieres ayudarle y que si os enfrentáis juntos seguro que lo conseguirá. No lo presiones. Deja tiempo y espacio si los necesita. No mostrar enojo si le cuesta explicarlo. Puedes intentar preguntarle tú por algunos temas para facilitarle la expresión. A veces no saben cómo empezar y así lo facilitas.
  • Observa si se muestra triste al volver de clase o si se muestra especialmente inquieto/a o nervioso/a por las noches, al levantarse o los domingos.
  • Observa su reacción emocional ante ciertos temas de conversación (compañeros de clase, deberes, maestros, lectura, exámenes, etc.).
  • Observa sus dibujos espontáneos y si algún elemento es muy reiterativo podría ser una proyección de algún conflicto interno.
  • Habla con el tutor/a por si han observado algo en la escuela (algún conflicto, si está aislado/a, si se está quedando atrás en algún aprendizaje, si hay alguna conducta o muestra alguna alteración emocional que les llame la atención, etc.).
  • Habla con algún compañero de confianza o con incluso, algún padre o madre, ya que a veces los compañeros explican a los padres si ven que a algún compañero le pasa algo.

Si al final, después de intentarlo de estas maneras, la causa se resiste a salir a la luz, no dudes en pedir ayuda profesional. Todos los niños/as se merecen poder ir a la escuela felices y con disposición de aprender y crecer.


Patricia Vílchez Las Heras

Psicóloga sanitaria infanto-juvenil

Colegiada 21639