En Terapia individual

Hasta hace poco se creía que el mundo de la meditación no era para los niños/as. Se entendía como un proceso demasiado complejo e «intelectual». Nada más lejos de la verdad. En realidad, los niños/as vienen con el «mindfulness» de serie.

¿Qué es el mindfulness?

No es más que un estado de despreocupación en el que la mente está ocupada en atender el momento presente y muy lejos de atender a anticipaciones del futuro o a momentos del pasado. Y, ¿no son acaso los niños/as expertos/as en este estado? Por ello les vemos vivir, en general, una vida más ligera y feliz. Aunque, evidentemente, no siempre es así. A veces, las circunstancias que rodean a los niños/as pueden ser desfavorables y que éstos sufran, y mucho. Es entonces cuando se hace necesario preservar esa capacidad para mantener el equilibrio emocional.

Un ejercicio sencillo.

Uno de los ejercicios más sencillos de mindfulness que puede ponerse en marcha en casi cualquier momento es mover nuestro foco de atención de nuestros pensamientos (que son los que a menudo nos perturban) a nuestro vientre, donde sentimos la respiración y nada más que eso. En ese vaivén del vientre que refleja nuestra respiración podemos encontrar silencio, calma y tranquilidad. Para lograr esa calma tan solo debemos limitarnos a observar/sentir/oír pero sin juzgar, sin intervenir y con amabilidad.

Este tipo de ejercicios se pueden aplicar a partir de los 5 años a niños/as que necesitan mejorar su equilibrio emocional, su comprensión y expresión de emociones, su concentración, lograr alejarse un poco de pensamientos perturbadores o ganar seguridad y autoconfianza.

Tú también puedes ser madre/padre mindful

Basta con familiarizarte con algunas actitudes que te beneficiarán en la relación con tus hijos/as. En primer lugar, la aceptación, una actitud de reconocer y asumir como somos, como son los demás y las cosas que suceden tal cual suceden. Sin negaciones, distorsiones, exageraciones, comparaciones, generalizaciones, etc. Se trata de reconocer y asumir las cosas tal como son y aceptarlas. En segundo lugar, la presencia, una actitud de observar y aceptar sin necesidad de exigirte un juicio o una respuesta inmediatas. Observar, reconocer, aceptar y darte tiempo para procesarlo y decidir después la respuesta más beneficiosa para nuestros objetivos. Por último y no menos importante, la comprensión, una actitud fundamental de entender que no podemos esperar que todo siempre sea perfecto. No podemos esperar ser perfectos padres nosotros mismos, ni tener hijos/as perfectos que no fallen, ni tampoco que las cosas siempre nos salgan bien. Todos, padres e hijos y entorno, estamos en constante aprendizaje así que es fundamental mostrar siempre comprensión sobre todo ante los errores.

Otros ejercicios de mindfulness

Otra forma de entrenar el músculo de la atención es dedicar algunos momentos a observar objetos detenidamente y describirlos por lo que percibimos a través de nuestros sentidos. Describir el color, la forma, el tacto,  la temperatura, el olor, el sabor, los detalles… pero es muy importante dejar de lado las interpretaciones, las ideas preconcebidas, los juicios de valor, los pensamientos en general. Solamente observar y describir con máximo detalle.

Otra manera en forma de juego entre dos o más es que uno o varios cierren los ojos y el otro, en momentos aleatorios, debe hacer un determinado ruido a un volumen bajo que los demás deben detectar, contar y describir.

También se puede dar un paseo y, al final de éste, intentar recordar 5 cosas con detalle e intentar describirlas con máximo detalle; o también prestar atención únicamente a las sensaciones del cuerpo mientras paseamos: los olores de la calle, el aire en la cara, el pelo que se mueve con el aire, el golpe de los pies contra el suelo a cada paso, el esfuerzo de las piernas o el vaivén de los brazos.

Los ejercicios pueden ser infinitos, sólo se trata de tener claros dos conceptos: observación con atención y evitar juicios, valoraciones o pensamientos acerca de lo que percibimos.

No lo dudes, ponlo en práctica con tus hijos/as varias veces por semana durante tan sólo ratos breves y en poco tiempo notarás la diferencia en ti y en los tuyos.

 

Patricia Vilchez Las Heras

Psicóloga sanitaria infanto-juvenil

Colegiada: 21639